Yo creo que sí, creo que lo he sentido cuatro veces o al menos
con cuatro personas, por supuesto, las dos primeras ni me pelaron y aunque no
lo crean, uno de ellas, fue mujer, ahora con mi mente tranquila, en la que mis
padres y la sociedad conocen mi homosexualidad, creí que era más fácil
encontrar a alguien que te acompañé todos los días, pero me equivoque.
Cuando encuentras el amor, es como una sensación de
nervios con impulsivo a volar, que
flotas en un aire incontrolable, pero que esa persona está ahí para protegerte,
para ser tu escudo, que esquive montañas, alguien que te comprende y que sabe
que decirte cuando flaqueas, alguien que en el momento más extraño, te de un
beso, te dice te amo, a la orilla del mar helado, que toca tus pies desnudos y
que te abrace efusivamente, que sientes que tienes magia y que den estallidos
de fuegos artificiales, todo junto a la vez.
Cuando pierdes a alguien tan fuerte, que te de los ánimos
para seguir, que se va, antes del tiempo estimado, que te deja un hueco y
herido en el alma, es muy difícil volver a comenzar, volver a ser feliz.
Creo que me cuesta reconocer, cuando muestran interés, como
aquella vez, que el apuesto chico, surfista, le haga caso a un completo
extraño, perdido en el horizonte, gordo, feo, con el corazón casi destruido,
abandonado, a caso, ¿Alguien se podría fijar, en un ser humano, así? Me encontró,
me hizo soñar, me elevo al cielo, al paraíso y al final se fue. El mismo mar,
que un día me lo dio, me lo arrancó.
Con un aspecto difícil de la vida, en el que no sabes
reaccionar, en el que un joven de veinte años, pierde lo más preciado y lo
guarda en lo más profundo de su corazón, aquellas palabras que terminaron con una
interminable metáfora entre dolor y superación personal, ¡Nunca dejes tener
corazón de pollo!, finalizó con una vida y su adiós me quedó grabado para
siempre.
Como olvidar, que los mejores meses de mi vida, quedaran en
el pasado, ante un suceso tan decadente, la impulsividad, en la que no me
dejaron despedirme, un duelo que me lo trague por mucho tiempo, recordando
siempre los 22 pétalos de cuatro flores pespelacas, la hora que me marcó la
vida, las 4:22 de la tarde y sin querer, la verdad, solo un día se me ocurrió
hacer una nota, un impulso a publicarla, un domingo 22 de abril (22 /04) a mis
22 años, que hice Comunicarte Tepic, así
como ese día, que la diez de la noche, a la orilla del mar, en el que me dijo,
- ves las estrellas, lo que se ve lejos, no siempre lejos será, casualmente a
las 10 de la noche, a las 22 horas de un 04 de agosto. No sé si sea casualidad,
destino o si tengo brujería, solo que desde ese día me di cuenta, que podría
hacer mis sueños realidad y cuatro meses después en su despedida, me encontré envuelto
en lagrimas y con el único objetivo de hacer, todas eso que platique y que
planeamos juntos.
Un confidente, en el que a pesar de que dicen que el tiempo
cura heridas, este bache en mis veinte años, no para de doler a mis casi
treinta, no es fácil engañar al corazón, aunque pocos saben, esta pena, que no
te hace reaccionar.
Quizás el ocultar, algo tan bello, que me hizo resistir, una
fuerza en el interior, un huracán lleno de pasión, pero algo, que me hizo huir
y no regresar a ese lugar tan bello, que me dio una enseñanza inigualable,
saben de los que les hablo, del primer amor correspondido, de aquel amor, que
no acepta estereotipos, que te hace fuerte y le da una razón a los días.
Que contra penitencia, llegar a tu lugar de origen, donde
alguna vez dejaste a la familia, solo callar y buscar ser feliz, caminar por un
nuevo sendero.
Como de adolescente, aquel joven travieso, atractivo a más
no poder, jugador de básquet bol, que con su aspecto varonil y dominante, me
robó el aliento, desde la primera vez, que ahora lo sigo viendo esporádicamente
y me sigue sacando chispas, sin embargo, es algo que no puede suceder, sus
preferencias no son iguales a las mías y nuestros caminos se separaron.
La mujer, una sabia niña de secundaria, tibia de piel, con
mirada firme, lejos de mi ahora, una profesionista que le gusta trabajar con
los animales, un amor de niños, despertó mi sexualidad y descubrí muchos de mis
mitos en mi interior, comportamientos extraños.
Sin duda alguna, el regresar a amar, por cuarta vez, te hace
remontar aquello que viviste alguna vez, es muy difícil cruzar un duelo, que regreses y que vallas. Aunque todavía
no encuentro a la persona que me acompañe, se que el amor si existe, que tiene
muchos adeptos y beneficiarios, y que quizás algún día, encuentro algo para mi,
por lo pronto tengo corazón de pollo y estoy cumpliendo todos mis sueños, en mi
tierra, con mi gente y mi familia.
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